La maldición de Killakee House (1ª parte)

Se trata de la historia de una mansión ubicada en la ciudad de Dublín, Irlanda, y que tiene un horroroso historial de terror, sangre, violencia y que, según numerosas leyendas, ha sido visitada por apariciones de seres humanos y animales espectrales, además de fenómenos Poltergeist. Esta serie de acontecimientos tuvo lugar a fines de los años '60 y principios de los '70, lo cual impulsó a los ocupantes a abandonar el lugar.



La mansión


La maldición de Killakee House (1ª parte)

Una de tantas fotos de Killakee House


Killakee se encuentra al pie de los montes Wicklow y fue construída a principios del Siglo XVIII como residencia de la familia Massey. Es un edificio de piedra macizo con una pequeña torre y detrás de la vivienda puede verse una empinada cuesta conocida como Montpellier Hill.

Arriba pueden notarse los restos de una estructura de piedra que fue un pabellón construído por el conde de Rosse en el siglo XVIII y que el fuego destruyó. Esa construcción era usada por los "niños malos" de ese tiempo como eran el mismo conde de Rosse, Harry Barry, el primer Lord Santry y Richard Burnchapel Whalles, puesto que habían fijado en esa locación la sede del tristemente conocido Club del Fuego del Infierno, réplica de la versión inglesa creada por Sir Francis Dashwood.

Rosse tenía un sentido del humor muy particular y odiaba a los gatos negros, detalle que da cierta importancia a los hechos que luego se desarrollarían en el Siglo XX. Una vez, cuenta la historia, quiso asustar a los habitantes del lugar rociando a un inocente gato negro con alcohol y lo prendió fuego, observando cómo el pobre animal corría colina abajo aullando enloquecido.


Las orgías


Aún así, cuenta la leyenda que las atrocidades cometidas por este oscuro personaje sobrepasaban todo lo que uno pudiera imaginar por la perversidad y crueldad de su naturaleza. En ese pabellón se celebraban misas negras y se comentaba que si el mismísimo diablo no se presentaba después de la misa, su sitio era ocupado por un gato negro.

Uno de estos lamentables acontecimientos tuvo lugar cuando el conde de Rosse y sus compinches de macabras correrías encontraron a un enano, a quien mataron a golpes. Allá por 1750, el establecimiento fue reducido a cenizas. El mito dice que se debió a que un campesino y un sacerdote ascendieron a lo alto de la colina porque sospechaban que los miembros del Club habían asesinado a un joven recién llegado a la comarca -¿El enano muerto a golpes?- y les hicieron pasar a un salón. Ahí había un gato negro gigantesco que presidía el banquete, entonces el sacerdote echó agua bendita sobre el animal, lo cual desató el incendio posterior... A partir de allí comenzaron a verse apariciones de gatos negros y seres enfundados en amplias capas, además de una serie de fenómenos Poltergeist.

Las fiestas celebradas posteriormente en ese pabellón terminaban violentamente, puesto que los jóvenes participantes eran aficionados a duelos con pistola. Cuando un pretendiente hacía el correspondiente pedido de mano a su futuro suegro, éste le preguntaba si "escupía balas" -es decir, si era afecto a los duelos anteriormente descriptos-, y de esa forma se sabe que murieron al menos tres personas en los alrededores.

La casa fue alquilada a comienzos del Siglo XX por Constance Markiewicz, conocida como la "condesa roja" y quien tenía una relación de amistad con el poeta William Butler Yeats y pasó a ser la primera mujer elegida en la Cámara de los Comunes sin haber llegado nunca a ocupar la banca. Participó en la rebelión de 1916 durante la cual murieron cinco miembros del IRA en un tiroteo originado en dicha mansión.


Las apariciones del gato negro

Fantasmas

El gato, retratado por el mismo Tom Mc Assey


A fines de los años '60, el matrimonio conformado por Nicholas y Margaret O' Brien adquirió la vivienda con el objeto de restaurarla y convertirla en su centro de artes. Sabía de las leyendas que se contaban en la zona, pero no estuvo segura hasta que en marzo de 1968 tuvo lugar un desagradable suceso.

El artista Tom Mc Assey, amigo de la dueña, estaba redecorando el vestíbulo delantero que había sido el salón de baile junto a dos colegas. El protagonista relató a un periodista su tenebrosa experiencia que presenció esa noche:

"Cuando apenas terminaba de cerrar la pesada puerta de la calle con llave y cerrojo, uno de los hombres que me acompañaba dijo que la puerta se había vuelto a abrir. Nos sobresaltamos. La cerradura era fuerte y el cerrojo se echaba desde adentro. Nos asomamos al pasillo en penumbra y yo me adelanté: la puerta estaba abierta de par en par dejando entrar una fría brisa. Afuera, en plena oscuridad, distinguí una figura vestida de negro, pero no le pude ver la cara. Pensé que alguien nos estaba gastando una broma pesada y dije en voz alta: 'Pasá. Te estoy viendo'. Una voz débil y gutural me respondió: 'No me ves. Dejá la puerta abierta'. Los dos amigos que estaban detrás de mí oyeron la voz y se asustaron echando a correr. Se oyó un largo ronquido procedente de la oscuridad y aterrorizado cerré de golpe la pesada puerta y eché a correr hacia adelante. La puerta volvió a abrirse y un monstruoso gato negro y blanco que jugaba con un ser que él sólo veía se adentró por el pasillo con sus ojos clavados en mí"

En las cercanías de la mansión también ocurrían cosas extrañas: en un remolque o carromato vivía Val Mc Gann, ex campeón de salto con pértiga irlandesa que pintaba y exponía sus obras en la galería de la conocida mansión. Le contaron la historia de Mc Assey y no le resultó sorpresiva, puesto que él ya había visto a un felino enorme agazapado en la escasa maleza del lugar.

Él mismo relata su experiencia: "La primera vez que lo vi quedé paralizado, pero en las siguientes ocasiones me sentí más intrigado y asombrado que asustado, a pesar de su enorme tamaño. Tiene el porte de un perro grande con unos terribles ojos. Lo he seguido con la escopeta, pero nunca pude arrinconarlo".


Lo que vino después


Además de las visiones ya relatadas, los artistas que vivían y trabajaban en Killakee informaron otras rarezas que los acosaron. Algunos sostenían haber visto al mediodía a una monja vuelta de espaldas en el viejo salón de baile. Al acercársele, ésta desaparecía y aunque la buscaban por toda la casa, incluso en el jardín, jamás hallaban rastro de ella. Estos hechos trascendieron a la televisión y a la prensa, lo que motivó el pedido de un grupo de personas para celebrar una sesión de espiritismo en la casa. Se decidió que se realizara con la presencia de un reconocido ilusionista "capaz de descubrir cualquier posible tipo de engaño".


La sesión de espiritismo y sus consecuencias

Poltergeist


El grupo se instaló en lo que había sido el comedor ante una gran mesa sobre la que se distribuyeron cartas con las letras del alfabeto en un círculo, colocándose en el centro un vaso al revés. Cada participante apoyó un dedo en el vaso. Supuestamente, en este tipo de prácticas, el vaso debe deslizarse por la mesa de letra en letra. Las personas pidieron a cualquier espíritu presente en la mansión que se diera a conocer, pero las respuestas fueron ininteligibles. Las luces se apagaron sin razón alguna y tanto los fusibles como las lámparas estaban en perfectas condiciones en el momento que se los revisó.

Dos días después de la sesión se produjeron nuevos fenómenos: se producían golpes y llamados a la puerta en mitad de la noche, nuevamente se apagaban y encendían las luces sin razón alguna y los timbres de la puerta delantera y trasera sonban repetidamente durante la noche. Lo más sorprendente es que los mismos habían sido anulados hacía mucho tiempo.

Pero esta historia continuará...

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