La maldición de Killakee House (2ª parte)

Al final de la primera parte de esta historia se contó que hubo una sesión espiritista llevada a cabo en la mansión, durante la cual hubo fenómenos inexplicables, como las interferencias en las luces o el funcionamiento de timbres anulados.

Cuatro días después de esta sesión, los miembros de este grupo decidieron reunirse nuevamente en el lugar y en un momento escucharon un estruendo impresionante. Lo que descubrieron los llenó de estupor, puesto que encontraron algunos enormes y pesados muebles, aún los que se encontraban en habitaciones que siempre permanecían cerradas con llave, habían sido movidos, desordenados y otros volcados o apoyados en las esquinas. Una silla de roble de la época medieval había sido cuidadosamente desmontada pieza por pieza e incluso fueron quitadas las tachuelas de latón que sujetaban la tapicería, habían sido arrancadas y colocadas en una hilera que mantenía su hilera. Otra silla similar había sido destrozada.

La maldición de Killakee House (2ª parte)



Después de estos episodios, la calma reinó por unas semanas. Los sucesos posteriores se centraron en extrañas cosas que ocurráin con los objetos que adornaban la casa. Las piezas de cerámica volaban por los aires y se estrellaban haciéndose pedazos y las pinturas antiguas aparecían horriblemente desgarradas.

Margaret O' Brien, la dueña de la mansión, ya no sabía qué medidas tomar ante semejantes acontecimientos, por lo que recurrió a un sacerdote de su conocimiento. El padre, una vez interiorizado de los hechos y habiendo obtenido de las autoridades eclesiásticas el permiso para llevar a cabo el rito del exorcismo, se dirigió a la vivienda. Después de celebrado el mismo cesaron los hechos violentos, pero siguieron pasando cosas raras.


Los nuevos fenómenos


La señora O' Brien dio por concluídos los problemas y prosiguió con la idea de amoblar la casa; entre las cosas que faltaban comprar, se encontraba la heladera. Mientras llegara la misma, le pidió al lechero que dejara las botellas de leche las dejara en un pequeño arroyo que se deslizaba por el jardín.

Lo sorpresivo fue que las botellas aparecían sin su tapita de estaño. La mujer creyó que los pájaros picoteaban las tapas atraídos por el brillo y que terminaban arrancándolas y llevándoselas con el pico. Entonces mandó a construir una especie de estructura con piedras que presentaba cuatro lados, con una cubierta de loza de pizarra de modo que las aves no pudieran llegar a picotear las tapas... pero fue inútil: las botellas seguían apareciendo sin las tapas.

Fantasmas



Además, pronto empezaron a tener lugar otro tipo de sucesos: las entidades o lo que fuera que había en la casa se encargaban de hacer aparecer objetos perdidos o incluso algunos nuevos. En otro orden de cosas, también hicieron reaparecer las tapitas de las botellas de leche y luego los "caps"... vale aclarar que "cap" en inglés significa "gorro" o "tapa", así que no puede tenerse una certeza con respecto a qué fue lo que apareció luego...

Más allá de las prevenciones de la señora O' Brien, seguían apareciendo gorros y tapas en todos lados; a veces, en los lugares más extraños: en el suelo, colgados en las paredes o detrás de las puertas; también las cuentas de rosario aparecían en sitios inexplicables.


Otro descubrimiento


A fines de 1970, los gorros y las tapas dejaron de aparecer, pero por las noches seguían los golpes discontinuos. Así pasó un tiempo hasta que unos meses después se hizo un macabro hallazgo que volvió a reflotar todo lo que se conocía de la mansión y que quizás podría estar relacionado con los sucesos extraños.

Se había decidido renovar un poco la vieja cocina y se cavó para proceder al cambio de las cañerías. Al excavar se encontraron con lo que parecía ser una tumba y se extrajo el esqueleto de un enano. Esto se conecta con lo que se vio en la primera parte de la historia, cuando el malvado conde de Rosse y sus amigos masacraron a golpes a una persona de estas características.

Poltergeist

El Club del Fuego del Infierno de Montpellier Hill, en Dublín


Además, se encontró una pequeña estatuilla de latón que representaba a un diablo, lo cual puede ser un residuo de lo que quedó del Club del Fuego Infernal que presidían estos seres perversos. Por ese motivo, la señora O' Brien volvió a llamar al sacerdote para que, suponiendo que el esqueleto perteneciera al hombre asesinado, se le diera cristiana sepultura. Así se hizo y no se produjeron más acontecimientos raros. Finalmente, la señora vendió la mansión en 1976 y hasta la fecha no hubo más sucesos que lamentar.

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