Hubo un maestro desconocido cuyas palabras hayan dado nacimiento a la revelación catara*(1)?.
Fue un Sabio quien trajo la eterna verita desde el este a los habitantes de Albi y Toulose?, fue ese el mismo hombre que un campesino de Rouergue conoció en el camino mientras volvia a su granja, el mismo quien, de acuerdo a las historias dadas por los campesinos al tribunal de la inquisión , tenia extraños poderes de persuasión, las características de un moro, y una luz tenue alrededor de su cabeza?, habrá sido Pierre, el pupilo de Abelard, quien empezó a enseñar en el siglo XII?.
Habra sido el uno de esos predicadores anónimos que se detenia en las esquinas de los pequeños pueblos a enseñar a los hombres simples que la pobreza que les traia supuesta infelicidad no era mas que la promesa de ilimitada felicidad después de la muerte?
Habra sido el verdadero gran iniciado, el gran propagador del catarismo, Nicetas, el mistico búlgaro al cual varios viajeros vieron al cruzar el sur de Francia, el que estableció las bases de una nueva iglesia en Saint-Felix de Caraman, y confio a ciertos hombres , a los cuales el reconocia como de corazón puro, el libro en el cual la doctrina espiritual fue vertida?.
Nada se sabe de él, excepto la profunda impresión dejada por sus visitas y la expansión del movimiento cataros que siguió su partida hasta Sicilia*(2).
Los grandes maestros se mantenien ocultos, y en el origen de los Albiguenses ningún sublime personaje se encuentra haciendo el rol de iniciador.
Posiblemente en virtud de la expansiva fuerza de la verdad, las doctrinas heréticas que vinieron del este cruzaron Europa, para invadir Francia y expandirse a Alemania, como polen traído por el viento que germina cuando el suelo es propenso.
En Grecia el monje Nifon, un hombre lleno de sabiduría y virtud fue condenado por el patriarca Oxites a perder su barba, un castigo peculiarmente gentíl.
El fue eventualmente encarcelado .
Pero fue liberado por otro patriarca.
Su barba creció nuevamente, y su furiosa predica creo discípulos quienes viajaron alrededor del mundo para expandir sus palabras.
Cerca de Turín una ferviente creyente, una condesa, quien tenía posesión el castillo de Monteforte, formo, con la ayuda de un mistico llamado Girard, una comunidad que intento alcanzar la perfección.
En ella todos los hombres eran iguales y los bienes personales pertenecían a la comunidad.
No se comía ningún tipo de carne, ya que creían que era malo tomar la vida de los animales.
No se bebía vino ya que este desvanecia la presencia del espíritu.
La vida para ellos era una especie de penitencia, y si un hombre no deseaba entrar eternamente a nuevos cuerpos, a reencarnar sin fin, era necesario desapegarse de todo lo material, ya que eso solo les permitiría conectarse con dios.
Era necesario también, pero solo cuando el hombre alcanzaba cierto grado de perfección de abstenerse del matrimonio y del acto por el cual la cual la vida es perpetuada.
El arzobispo de Milán condujo una expedición contra el castillo de Monteforte.
El tomo a los herejes prisioneros y los hizo quemar a todos a la hoguera.
El cronista de estos hechos remarca que el arzobispo hubiera preferido perdonar sus vidas, pero no explica por que no lo hizo.
Fue entonces que las palabras de Girard, habladas antes de su muerte, fueron verificadas.
“no soy yo a quien el espíritu santo visita.
Yo tengo una gran familia en la tierra, y ella compone un gran numero de hombres quienes , en algun día y en cierto tiempo, el espíritu les dará la luz”.
La luz se manifestó a través del sur de Francia.
Una mujer desconocida llego a Orleans, y después de escucharla todos los estudiantes del colegiado de la iglesia de Sainte-Croix se volvieron herejes.
Dos capataces llamados Etienne y Lisoi se volvieron teólogos de una nueva iglesia que enseñaba que Jehova, el dios del antiguo testamento, fue un dios malvado quien, después de ser lo suficiente falto de sabiduría para crear, se preocupo solamente en el castigo al hombre ; una iglesia que rechazaba el bautismo y daba absolución de los pecados solo a condición de una prefección de la vida.
Bajo las ordenes del Rey Roberto estos herejes fueron arrestados en una casa en Orleans en la cual se reunian.
Fueron llevados a la iglesia, donde Guarin, Obispo de Beauvis, los interrogaba mientras su hoguera era herejida en las afueras del pueblo.
La reina Constanza esperaba en frente de la puerta de la iglesia la salida de los condenados para con la base de su cetro, posteriormente sacarle un ojo a Etienne, ya que este previamente había sido su confesor y había causado la ofensa de enseñarle una “doctrina peligrosa”.
Los historiadores registran que una monja prefirió renunciar a la herejía que ser quemada a la hoguera, pero omiten decir cuantos prefirieron la muerte que a renunciar a esta.
El espíritu inspira al azar, tocando tanto al ignorante como al sabio.
Un día el bretón Eon De Loudéac, que estaba atendiendo misa en una iglesia, cayo sorpresivamente dormido.
El sacerdote que oficiaba la misa tenia una fuerte voz, y Eon fue despertado por el mientras pronunciaba esta oración en la liturgia.
-“Per eum qui venturus est judicare vivos et mortuos”(Por el quien esta a punto de llegar a juzgar a los vivos y a los muertos).
En la palabra eum, Eon imaginaba escuchar pronunciado su propio nombre.
Era dios rogandole a juzgar a los vivos y a los muertos, distinguiendo a los puros de los impuros.
El salió aprisa de la iglesia.
Su misión había comenzado.
El comenzó predicando y se gano a los ricos y a los prelados, a los mas paidosos del poder.
Todos aquellos que poseían propiedad no eran mejor que los muertos.
El, Eon , Conferia la vida a través de la imposición de manos.
El juzgaba, tal como dios le había pedido, el exponía las doctrinas cataristas, que habían sido misteriosamente venido a el, mezcladas con una especie de salvajismo de corazón dulce, lo hicieron popular a donde sea que fuera.
Los discípulos se acumulaban alrededor de el, y sus números continuamente incrementaban.
Despues de viajar a través de Britania, Eon se dirigio rumbo al sur.
El acampo junto a sus discípulos sobre las moradas y los bosques.
El organizo una iglesia de sacerdotes de acuerdo a la palabra de un nuevo dios, quienes poseían nada e iban casi desnudos, seguidos por una gran cantidad de fieles.
El arzobispo de Rheims triunfo en dispersar la amenaza de esos hombres de “malvad pura”.
El papa Eugenio III viajo personalmente a presedir en persona sobre el concilio que juzgaría Eon.
Pero para a toda pregunta Eon meramente contestaba que eso que yacia en el era el deber, siguiendo directamente la orden de dios, a juzgar a los vivos y a los muertos.
En Flanders un cierto Tanquelin, como Jesús, hablaba con los pescadores.
El predicaba a la gente del norte proclamando que los sacramentos eran inútiles y que las mujeres debían recibir trato igualitario debido a la vanidad y el placer obtenido a través de ellas.
Pero el existo se le subió a la cabeza.
Este antiguo apóstol de la simpleza usaba ropas finas, usaba una peinata dorada en su cabello, y un día, propuso matrimonio a la virgen frente a una imagen de esta.
Pero fue en las regiónes de Albi, Carcasonne y Toulose que la revolución mistica tomo lugar.
En el distrito de Périgord había un Pons, en Toulouse un Henry, en Castres Guillabert.
Pero estos hombres eran académicos y filosofos, que expusieron la filosofía catara en escritos.
La iglesia de roma había cerrado sus puertas de hierro y levantado un muro sobre sus inmutables principios.
Con la filosofía catara mucha gente inteligente recibió bien la posibilidad de revelar por libre investigación el significado espiritual de las escrituras y de resolver los problemas metafísicos los cuales han atormentado a los hombres pensantes desde los tiempos antiguos.
Otros, hombres que no leían libros pero que observaban y estaban impresionados por la ostentación e inmortalidad de los obispos, escuchaban a los ascetas de las calles en las esquinas porque sus almas eran como las almas de los primeros cristianos y porque en sus palabras se encontraba la pura doctrina del maestro Jesus.
Eso que la iglesia llamaba “la abominable epidemia de lepra del sur” se manifestó en si misma como una epidemia de des egoísmo, un acercamiento a la bondad, una cadena de sacrificios.
Un ciudadano rico de Carcassonne despertó en la noche por que no podía lidiar mas con la idea de tener muchas riquezas cuando tantos hombres pobres tenían tan poco.
Una voz interna le dijo que no debía desaprovechar ese momento, y le ordeno algo que el cumplió escrupulosamente.
El tomo tomó caras piezas de mueblería y las llevo hasta la calle, para que cualquieria que las quisiera se llevara las que mas le gustaban.
Y en la noche oscura el dejo dos lámparas ante su puerta para facilitar el acceso.
Y como la calle estaba desierta el uso una trompeta que soplaba para hacer saber a los hombres que esa propiedad ya no era suya, de que eran libres de tomarla de el y que el sol podía brillar sobre el en redentora pobreza.
En Lavaur un hombre bruto e ignorante tuvo éxito en hablar y volverse eloquente en el deseo de enseñar a sus compatriotas que no solo hay una vida para sufrir, pero que se debe reencarnar en sin fin de diferentes cuerpos si el no escapa de la inexorable rueda ateniéndose a la prefección en el tiempo de una vida.
En Montauban un hombre llamado Querigut escandalizo al pueblo por entregar a su esposa, a la cual era devoto, a otro hombre que la amaba.
El se retiro a una colina donde se convirtió en presa de los lobos, donde comía cerezas y raíces, y dormía plácidamente sobre la tierra seca.
Por eso, el decía, -“un hombre aprende de la compañía de los lobos ya que mas el cuerpo sufré, mas alto el alma se eleva, y más domina el amor humano, aun más consigue el amor divino”.
La renunciación budista se convirtió en ley moral cuando se expandió con sorprendente rapidez.
Desde Bordeaux hasta los limites de Provenza, en el severo languedoc, bajo el chestnuts del distrito de Albi y en las moradas de Lauragais, los caminos estaban llenos de ascetas caminando descalzos, dispuestos a decirles a sus hermanos lo que el espíritu les había revelado.
Y fueron siempre los humildes que recibieron inspiración.
El espíritu era rechazado por el magnetismo por el oro que circulaba la iglesia.
De cualquier forma entro libremente en la solitaria cabaña de la montaña, dentro de la pequeña casa del artesano, o en el pacifico monasterio en los bancos del Ariegé o el Garonne.
En la avenida de los alámos o en el claustro de piedra que eran caminados por cientos de monjes con cabezas rapadas, a veces se respiraba en el aire un poder contagioso que causaba el cierre de las puertas y el abandono de la capilla y el jardín; Transformada a escribas de manuscritos e iluminadores de masas en profetas trotamundos de la nueva herejía.
Al final del siglo XII las palabras de los pelasgos, “Cristo no tiene nada más de lo que yo tengo; yo puedo hacerme divino por virtud”, parecía esencial a la mayoría de los hombres del medio día Francés.
Alejados mas y mas del dios de las iglesias, el dios al cual le fueron creadas imágenes ostentosas creadas en pintorescos santuarios, el dios de los ricos prelados y de los barones sin alma, ellos(los cataros) adoraban al dios interior, cuya luz creció mucho más brillante mientras más vivían vidas puras, llenas de amor para sus compatriotas.
En los ojos de los hombres egoístas no puede haber más grande crimen que un crimen de desinterés y amor.
El odio que surgió por envidia á la moral superior no mostro piedad.
La Iglesia católica con su jerarquía sacerdotal, su hermandad de monjes rodeados de riquezas, y sus poderosas abadías nunca podría perdonar a los cataros por establecer un ejemplo de ascetismo más grande que el suyo.
No hay más cruel tragedia en la historia que la total aniquilación de los cataros por el rey de Francía, el papa, y los barones del norte.
*(3)
(1):El origen de la palabra cataro es obscuro.
Derivado del griego Capatos, limpio, puro, debió significar aquellos que luchan por la perfección, y fue el nombre el cual autodenominaron los miembros de la secta.
Pronunciado Cazaro debió haber sido usado con los habitantes de Cazéres, un pequeño pueblo cerca de Toulouse el cual fue el centro de la herejía, el uso de este termino después se extendió, como el termino albiguense, para englobar a todos los herejes del sur frances.
(2): Debe ser notado que después de la visita de Nicetas a Sicilia se formo el grupo I fedeli D’amore, cuyas doctrinas tenían mucho en común con la de los cataros.
Se dice que Frederick II, protector de los herejes, era un iniciado.
Uno de los miembros de este grupo fue Guido Cavalcanti, el amigo e iniciador de Dante Aligieri.
(3):Toda la historia de Francia es una historia de la unidad de Francia, y no la historia imparcial de cierto distrito en particular.
La concepción de unidad causa al historiador violar la más elemental justicia.
La guerra con los albiguenses parece haber asistido la futura unidad de Francia.
En aquellos que escriben la indignación que surgue no es de todas formas infundada.
Hay un deseo general a olvidarlo.
Es embarazoso.
Inclusive en el caso de Michelet, el apóstol de la justicia, allí se derrumba el concepto por el cual los norteños tuvieron y aun tienen de los “degustadores de ajo, aceite e higos”.
Nota: El blog y su personal no concuerdan con las opiniones del autor, pero es nuestro fin exponer algunas páginas del libro de Maurice Magré, “el regreso de los magi” (escrito en 1931, con mas de 20 años de anterioridad al retorno de los brujos de Louis Pauwell, e inclusive anterior a “Cruzada contra el Grial” de Otto Rahn).Desgraciadamente la obra de Magre no esta traducida al español.
Fue un Sabio quien trajo la eterna verita desde el este a los habitantes de Albi y Toulose?, fue ese el mismo hombre que un campesino de Rouergue conoció en el camino mientras volvia a su granja, el mismo quien, de acuerdo a las historias dadas por los campesinos al tribunal de la inquisión , tenia extraños poderes de persuasión, las características de un moro, y una luz tenue alrededor de su cabeza?, habrá sido Pierre, el pupilo de Abelard, quien empezó a enseñar en el siglo XII?.
Habra sido el uno de esos predicadores anónimos que se detenia en las esquinas de los pequeños pueblos a enseñar a los hombres simples que la pobreza que les traia supuesta infelicidad no era mas que la promesa de ilimitada felicidad después de la muerte?
Habra sido el verdadero gran iniciado, el gran propagador del catarismo, Nicetas, el mistico búlgaro al cual varios viajeros vieron al cruzar el sur de Francia, el que estableció las bases de una nueva iglesia en Saint-Felix de Caraman, y confio a ciertos hombres , a los cuales el reconocia como de corazón puro, el libro en el cual la doctrina espiritual fue vertida?.
Nada se sabe de él, excepto la profunda impresión dejada por sus visitas y la expansión del movimiento cataros que siguió su partida hasta Sicilia*(2).
Los grandes maestros se mantenien ocultos, y en el origen de los Albiguenses ningún sublime personaje se encuentra haciendo el rol de iniciador.
Posiblemente en virtud de la expansiva fuerza de la verdad, las doctrinas heréticas que vinieron del este cruzaron Europa, para invadir Francia y expandirse a Alemania, como polen traído por el viento que germina cuando el suelo es propenso.
En Grecia el monje Nifon, un hombre lleno de sabiduría y virtud fue condenado por el patriarca Oxites a perder su barba, un castigo peculiarmente gentíl.
El fue eventualmente encarcelado .
Pero fue liberado por otro patriarca.
Su barba creció nuevamente, y su furiosa predica creo discípulos quienes viajaron alrededor del mundo para expandir sus palabras.
Cerca de Turín una ferviente creyente, una condesa, quien tenía posesión el castillo de Monteforte, formo, con la ayuda de un mistico llamado Girard, una comunidad que intento alcanzar la perfección.
En ella todos los hombres eran iguales y los bienes personales pertenecían a la comunidad.
No se comía ningún tipo de carne, ya que creían que era malo tomar la vida de los animales.
No se bebía vino ya que este desvanecia la presencia del espíritu.
La vida para ellos era una especie de penitencia, y si un hombre no deseaba entrar eternamente a nuevos cuerpos, a reencarnar sin fin, era necesario desapegarse de todo lo material, ya que eso solo les permitiría conectarse con dios.
Era necesario también, pero solo cuando el hombre alcanzaba cierto grado de perfección de abstenerse del matrimonio y del acto por el cual la cual la vida es perpetuada.
El arzobispo de Milán condujo una expedición contra el castillo de Monteforte.
El tomo a los herejes prisioneros y los hizo quemar a todos a la hoguera.
El cronista de estos hechos remarca que el arzobispo hubiera preferido perdonar sus vidas, pero no explica por que no lo hizo.
Fue entonces que las palabras de Girard, habladas antes de su muerte, fueron verificadas.
“no soy yo a quien el espíritu santo visita.
Yo tengo una gran familia en la tierra, y ella compone un gran numero de hombres quienes , en algun día y en cierto tiempo, el espíritu les dará la luz”.
La luz se manifestó a través del sur de Francia.
Una mujer desconocida llego a Orleans, y después de escucharla todos los estudiantes del colegiado de la iglesia de Sainte-Croix se volvieron herejes.
Dos capataces llamados Etienne y Lisoi se volvieron teólogos de una nueva iglesia que enseñaba que Jehova, el dios del antiguo testamento, fue un dios malvado quien, después de ser lo suficiente falto de sabiduría para crear, se preocupo solamente en el castigo al hombre ; una iglesia que rechazaba el bautismo y daba absolución de los pecados solo a condición de una prefección de la vida.
Bajo las ordenes del Rey Roberto estos herejes fueron arrestados en una casa en Orleans en la cual se reunian.
Fueron llevados a la iglesia, donde Guarin, Obispo de Beauvis, los interrogaba mientras su hoguera era herejida en las afueras del pueblo.
La reina Constanza esperaba en frente de la puerta de la iglesia la salida de los condenados para con la base de su cetro, posteriormente sacarle un ojo a Etienne, ya que este previamente había sido su confesor y había causado la ofensa de enseñarle una “doctrina peligrosa”.
Los historiadores registran que una monja prefirió renunciar a la herejía que ser quemada a la hoguera, pero omiten decir cuantos prefirieron la muerte que a renunciar a esta.
El espíritu inspira al azar, tocando tanto al ignorante como al sabio.
Un día el bretón Eon De Loudéac, que estaba atendiendo misa en una iglesia, cayo sorpresivamente dormido.
El sacerdote que oficiaba la misa tenia una fuerte voz, y Eon fue despertado por el mientras pronunciaba esta oración en la liturgia.
-“Per eum qui venturus est judicare vivos et mortuos”(Por el quien esta a punto de llegar a juzgar a los vivos y a los muertos).
En la palabra eum, Eon imaginaba escuchar pronunciado su propio nombre.
Era dios rogandole a juzgar a los vivos y a los muertos, distinguiendo a los puros de los impuros.
El salió aprisa de la iglesia.
Su misión había comenzado.
El comenzó predicando y se gano a los ricos y a los prelados, a los mas paidosos del poder.
Todos aquellos que poseían propiedad no eran mejor que los muertos.
El, Eon , Conferia la vida a través de la imposición de manos.
El juzgaba, tal como dios le había pedido, el exponía las doctrinas cataristas, que habían sido misteriosamente venido a el, mezcladas con una especie de salvajismo de corazón dulce, lo hicieron popular a donde sea que fuera.
Los discípulos se acumulaban alrededor de el, y sus números continuamente incrementaban.
Despues de viajar a través de Britania, Eon se dirigio rumbo al sur.
El acampo junto a sus discípulos sobre las moradas y los bosques.
El organizo una iglesia de sacerdotes de acuerdo a la palabra de un nuevo dios, quienes poseían nada e iban casi desnudos, seguidos por una gran cantidad de fieles.
El arzobispo de Rheims triunfo en dispersar la amenaza de esos hombres de “malvad pura”.
El papa Eugenio III viajo personalmente a presedir en persona sobre el concilio que juzgaría Eon.
Pero para a toda pregunta Eon meramente contestaba que eso que yacia en el era el deber, siguiendo directamente la orden de dios, a juzgar a los vivos y a los muertos.
En Flanders un cierto Tanquelin, como Jesús, hablaba con los pescadores.
El predicaba a la gente del norte proclamando que los sacramentos eran inútiles y que las mujeres debían recibir trato igualitario debido a la vanidad y el placer obtenido a través de ellas.
Pero el existo se le subió a la cabeza.
Este antiguo apóstol de la simpleza usaba ropas finas, usaba una peinata dorada en su cabello, y un día, propuso matrimonio a la virgen frente a una imagen de esta.
Pero fue en las regiónes de Albi, Carcasonne y Toulose que la revolución mistica tomo lugar.
En el distrito de Périgord había un Pons, en Toulouse un Henry, en Castres Guillabert.
Pero estos hombres eran académicos y filosofos, que expusieron la filosofía catara en escritos.
La iglesia de roma había cerrado sus puertas de hierro y levantado un muro sobre sus inmutables principios.
Con la filosofía catara mucha gente inteligente recibió bien la posibilidad de revelar por libre investigación el significado espiritual de las escrituras y de resolver los problemas metafísicos los cuales han atormentado a los hombres pensantes desde los tiempos antiguos.
Otros, hombres que no leían libros pero que observaban y estaban impresionados por la ostentación e inmortalidad de los obispos, escuchaban a los ascetas de las calles en las esquinas porque sus almas eran como las almas de los primeros cristianos y porque en sus palabras se encontraba la pura doctrina del maestro Jesus.
Eso que la iglesia llamaba “la abominable epidemia de lepra del sur” se manifestó en si misma como una epidemia de des egoísmo, un acercamiento a la bondad, una cadena de sacrificios.
Un ciudadano rico de Carcassonne despertó en la noche por que no podía lidiar mas con la idea de tener muchas riquezas cuando tantos hombres pobres tenían tan poco.
Una voz interna le dijo que no debía desaprovechar ese momento, y le ordeno algo que el cumplió escrupulosamente.
El tomo tomó caras piezas de mueblería y las llevo hasta la calle, para que cualquieria que las quisiera se llevara las que mas le gustaban.
Y en la noche oscura el dejo dos lámparas ante su puerta para facilitar el acceso.
Y como la calle estaba desierta el uso una trompeta que soplaba para hacer saber a los hombres que esa propiedad ya no era suya, de que eran libres de tomarla de el y que el sol podía brillar sobre el en redentora pobreza.
En Lavaur un hombre bruto e ignorante tuvo éxito en hablar y volverse eloquente en el deseo de enseñar a sus compatriotas que no solo hay una vida para sufrir, pero que se debe reencarnar en sin fin de diferentes cuerpos si el no escapa de la inexorable rueda ateniéndose a la prefección en el tiempo de una vida.
En Montauban un hombre llamado Querigut escandalizo al pueblo por entregar a su esposa, a la cual era devoto, a otro hombre que la amaba.
El se retiro a una colina donde se convirtió en presa de los lobos, donde comía cerezas y raíces, y dormía plácidamente sobre la tierra seca.
Por eso, el decía, -“un hombre aprende de la compañía de los lobos ya que mas el cuerpo sufré, mas alto el alma se eleva, y más domina el amor humano, aun más consigue el amor divino”.
La renunciación budista se convirtió en ley moral cuando se expandió con sorprendente rapidez.
Desde Bordeaux hasta los limites de Provenza, en el severo languedoc, bajo el chestnuts del distrito de Albi y en las moradas de Lauragais, los caminos estaban llenos de ascetas caminando descalzos, dispuestos a decirles a sus hermanos lo que el espíritu les había revelado.
Y fueron siempre los humildes que recibieron inspiración.
El espíritu era rechazado por el magnetismo por el oro que circulaba la iglesia.
De cualquier forma entro libremente en la solitaria cabaña de la montaña, dentro de la pequeña casa del artesano, o en el pacifico monasterio en los bancos del Ariegé o el Garonne.
En la avenida de los alámos o en el claustro de piedra que eran caminados por cientos de monjes con cabezas rapadas, a veces se respiraba en el aire un poder contagioso que causaba el cierre de las puertas y el abandono de la capilla y el jardín; Transformada a escribas de manuscritos e iluminadores de masas en profetas trotamundos de la nueva herejía.
Al final del siglo XII las palabras de los pelasgos, “Cristo no tiene nada más de lo que yo tengo; yo puedo hacerme divino por virtud”, parecía esencial a la mayoría de los hombres del medio día Francés.
Alejados mas y mas del dios de las iglesias, el dios al cual le fueron creadas imágenes ostentosas creadas en pintorescos santuarios, el dios de los ricos prelados y de los barones sin alma, ellos(los cataros) adoraban al dios interior, cuya luz creció mucho más brillante mientras más vivían vidas puras, llenas de amor para sus compatriotas.
En los ojos de los hombres egoístas no puede haber más grande crimen que un crimen de desinterés y amor.
El odio que surgió por envidia á la moral superior no mostro piedad.
La Iglesia católica con su jerarquía sacerdotal, su hermandad de monjes rodeados de riquezas, y sus poderosas abadías nunca podría perdonar a los cataros por establecer un ejemplo de ascetismo más grande que el suyo.
No hay más cruel tragedia en la historia que la total aniquilación de los cataros por el rey de Francía, el papa, y los barones del norte.
*(3)
(1):El origen de la palabra cataro es obscuro.
Derivado del griego Capatos, limpio, puro, debió significar aquellos que luchan por la perfección, y fue el nombre el cual autodenominaron los miembros de la secta.
Pronunciado Cazaro debió haber sido usado con los habitantes de Cazéres, un pequeño pueblo cerca de Toulouse el cual fue el centro de la herejía, el uso de este termino después se extendió, como el termino albiguense, para englobar a todos los herejes del sur frances.
(2): Debe ser notado que después de la visita de Nicetas a Sicilia se formo el grupo I fedeli D’amore, cuyas doctrinas tenían mucho en común con la de los cataros.
Se dice que Frederick II, protector de los herejes, era un iniciado.
Uno de los miembros de este grupo fue Guido Cavalcanti, el amigo e iniciador de Dante Aligieri.
(3):Toda la historia de Francia es una historia de la unidad de Francia, y no la historia imparcial de cierto distrito en particular.
La concepción de unidad causa al historiador violar la más elemental justicia.
La guerra con los albiguenses parece haber asistido la futura unidad de Francia.
En aquellos que escriben la indignación que surgue no es de todas formas infundada.
Hay un deseo general a olvidarlo.
Es embarazoso.
Inclusive en el caso de Michelet, el apóstol de la justicia, allí se derrumba el concepto por el cual los norteños tuvieron y aun tienen de los “degustadores de ajo, aceite e higos”.
Nota: El blog y su personal no concuerdan con las opiniones del autor, pero es nuestro fin exponer algunas páginas del libro de Maurice Magré, “el regreso de los magi” (escrito en 1931, con mas de 20 años de anterioridad al retorno de los brujos de Louis Pauwell, e inclusive anterior a “Cruzada contra el Grial” de Otto Rahn).Desgraciadamente la obra de Magre no esta traducida al español.
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