Flamel era un hombre letrado para su época; había aprendido el oficio de copista de su padre —quien había sido un sofer antes de su conversión forzada al cristianismo, y comprendía correctamente el hebreo y el latín.
El libro que cambiaría su vida es "El libro de las figuras jeroglíficas", el libro jeroglífico de Abraham el judío. De esta manera comienza un recorrido que lo llevará a la concreción de la gran obra y la obtención de la piedra filosofal.
Para poder descifrarlo viajó a España, donde consultó tanto a las autoridades sobre Cábala como a los especialistas en el mundo antiguo —en aquella época y bajo la influencia andalusí, las mejores traducciones del griego clásico se producían en las universidades españolas— hasta encontrar, después de preguntar a muchas personas, en León a un anciano rabí, el Maestro Canches, quien identificó la obra como el Aesch Mezareph del Rabí Abraham, y enseñó a Flamel el lenguaje y simbolismo de su interpretación.
Gracias a la guía de Canche, Flamel y la Perenelle (su esposa), luego de otros tres años de trabajo en su laboratorio parisino, logran la transmutación metálica de mercurio en oro. Por tres veces realiza esta operación según él mismo lo relata, con idénticos resultados.
"Yo transformé efectivamente el mercurio en casi la misma cantidad de oro corriente. Puedo decir esto en honor a la verdad. Realicé la obra por tres veces con la ayuda de la Perenelle"...
El camino de Flamel es un camino recorrido en el secreto y la intimidad de su laboratorio, solo acompañado de su compañera mística. Pero las obras del parisino se han visto a la luz del día. Es condición de la búsqueda alquímica un sincero desprendimiento y una profunda falta de ambición de bienes materiales. La tradición reconoce en Flamel al iniciado que ha alcanzado la piedra y el elíxir gracias al cual ha superado los límites psicofísicos conocidos por el hombre común, y mucho más al hombre moderno, llegando a contar con cientos de años de vida. Pero otros alquimistas han alcanzado este estado del alma que transfiere al cuerpo capacidades espirituales.
Apegándose estrictamente a las reglas de Abraham el judío, convirtió primero una libra de cobre en oro. Pero mientras cambiaba los metales, comenzó a cambiar él mismo.
De aquel momento en adelante, era un hombre rico. Construyó hospitales, beneficencias para los pobres e iglesias. Vivió feliz.
Al llegar a la edad de 80 años, comenzó a planear su muerte. Todos los detalles relacionados con su funeral, el ataúd, el lugar donde sería enterrado, etc. Quería que le día de su muerte fuera todo perfecto
Después de haber muerto, los rumores del elixir de la vida comenzaron a esparcirse. Todos los exploradores que buscaban la famosa piedra, comenzaron a acechar el hogar de Nicolás y su tienda en busca de pistas.
Pronto la euforia se calmó, y los rumores de que Nicolás Flamel y su esposa Pernella seguían vivos quedaron en el olvido. Muchos, muchos años después el arqueólogo Paul Lucas habló con un truco que le informó que Nicolás Flamel y su esposa todavía estaban vivos. Paul comenzó a investigar más y escribió y publicó un libro en el cual explicaba que los funerales y entierros de Nicolás y su esposa no habían sido más que un engaño, pues estos seguían vivos. La publicación de este libro emocionó a muchos curiosos. Todo esto llevó a que buscaran los féretros de Nicolás Flamel y su esposa y los desenterraran. Cuando lo hicieron, encontraron los féretros estaban vacíos.
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