
Cuando sufras una temporal derrota, acuérdate de tus triunfos y de tus logros.
Cuando necesites amor revive tus experiencias de afecto y ternura, acuérdate de lo que has vivido y de lo que has dado con alegría.
Recuerda los regalos que te han hecho, los abrazos y besos que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti han brotado.
Si has tenido esto, lo puedes volver a tener y lo que has logrado, lo puedes volver a ganar.
Alégrate por lo bueno que tienes y por lo bueno de los demás, acéptalos tal cual son; desecha los recuerdos tristes y dolorosos, y sobre todo no guardes ningún rencor, no te lastimes más.
Piensa en lo bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad. Recorre tu vida y detente en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas y vívelas otra vez.
Visualiza aquel atardecer que tanto te emocionó. Revive esa caricia espontánea que se te dio. Disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido, piensa y vive bien.
Allí en tu mente están guardadas todas las imágenes. Y solo tú decides cual has de volver a mirar.
Cada día es una nueva oportunidad de ser feliz.
No hay carga que se nos dé y que no tengamos la capacidad de llevar.
No esperes las oportunidades, sal a buscarlas tu mismo.
Aspira siempre vivir el presente aprendiendo del pasado, no cargues con situaciones y problemas que ya han pasado.
Piensa en cuál era tu mayor problema hace 10 años… Probablemente ahora sea nada. Ahora, si dentro de 10 años tus problemas actuales no van a ser nada, ¿Por qué vivir tristes por ellos?
No pierdas la esperanza, sobre todo, en los tiempos difíciles. Porque aunque siempre habrán tiempos buenos y tiempos malos, también siempre existirá una luz que te guíe en esos momentos de oscuridad, y esa luz se encuentra dentro de ti.
Que tu luz sirva para iluminar el camino de los demás.
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